El mundo del vino es fascinante y complejo. Existe una gran diversidad de variedades de uvas y estilos de elaboración. Entre las tantas categorías que existen, dos de las más destacadas son los vinos jóvenes y los vinos de guarda. Ambos poseen características únicas y suelen ser apreciados por diferentes razones. Vamos a explorar las diferencias entre ellos, así como las particularidades que los hacen especiales.
Los vinos jóvenes: vibrantes y llenos de frescura
Los vinos jóvenes son aquellos que se comercializan poco tiempo después de su elaboración. Se caracterizan por su frescura y vivacidad. Estos vinos suelen ser ligeros en cuerpo y presentar una acidez refrescante, lo que los convierte en opciones ideales para consumir de manera inmediata.
Una de las principales características de los vinos jóvenes es su expresión frutal intensa. Al no haber estado en contacto con madera u otras formas de crianza o añejamiento, conservan en mayor medida los sabores primarios de las uvas utilizadas en su elaboración. Esto se traduce en notas de frutas frescas, como frambuesas, cerezas, cítricos o frutas tropicales, dependiendo de la variedad de uva
Además de su carácter frutal, los vinos jóvenes también pueden presentar notas herbales y florales, especialmente en aquellos elaborados a partir de uvas blancas. Estos vinos son perfectos para maridar con comidas ligeras, ensaladas, pescados y mariscos, ya que su frescura y acidez equilibrada realzan los sabores de los alimentos.
Los vinos de guarda: elegancia que se desarrolla con el tiempo
Por otro lado, los vinos de guarda son aquellos que requieren un periodo de crianza y estiba para ser consumidos. Estos vinos se caracterizan por su complejidad y estructura. En general desarrollan su elegancia y alcanzan su esplendor con el paso del tiempo, tanto en barricas de roble como en la botella.
Durante su periodo de guarda, estos vinos experimentan una serie de cambios químicos y físicos que les otorgan una mayor profundidad y complejidad aromática. Los taninos provenientes de la vid y de la madera se suavizan, permitiendo que los sabores se integren y se desarrollen con el tiempo. A medida que evolucionan, los vinos de guarda suelen adquirir notas de especias, cuero, tabaco, vainilla y otros aromas provenientes del roble y de la permanencia en botella (te invito a leer el artículo el vino huele a…).
La paciencia es fundamental al disfrutar de los vinos de guarda, ya que necesitan tiempo para alcanzar su potencial. Estos vinos son ideales para ocasiones especiales y maridajes con carnes rojas, quesos maduros y platos elaborados, ya que su estructura y complejidad pueden complementar y realzar los sabores de las comidas más intensas.
Conclusión
El vino ofrece una maravillosa diversidad de aromas y sabores para deleitar nuestros sentidos. Tanto los vinos jóvenes como los vinos de guarda tienen un lugar privilegiado en el mundo del vino. Los vinos jóvenes se destacan por su frescura, frutosidad y facilidad de consumo inmediato, mientras que los vinos de guarda ofrecen una experiencia más compleja y sofisticada, a través de su evolución con el paso del tiempo.
Explorar y disfrutar ambos tipos de vinos es una excelente manera de conocer la diversidad y la magia que encierra el universo del vino. De acuerdo con el contexto podemos optar por la vivacidad y la frescura de los vinos jóvenes, por la elegancia y la complejidad de los vinos de guarda; o por ambos!
En lo personal, trato de dejarme cautivar por la riqueza de aromas y sabores que cada uno de ellos ofrece, ya sea para beber el vino solo, como aperitivo, o para acompañar entradas, platos simples y más elaborados o postres.
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