DOS COPAS DE VINO POR COMIDA TONIFICAN EL CORAZÓN Y EL ALMA
Por Ángel Mendoza
En el final del siglo XX, la medicina demostró científicamente las virtudes terapéuticas del vino bebido con moderación e inteligencia. Pero estas acciones de su consumo moderado, fueron ya conocidas por pueblos antiguos en el transcurso de los 7.000 años que el vino acompaña la historia del hombre.
Mucho antes de ser además, una bebida placentera para los sentidos, el vino fue un remedio, un antiséptico y un alimento. La Biblia acredita en más de 300 citas sobre vid y vino, que » BONUN VINUM LAETIFICAT COR HONIMUN» (El buen vino gratifica el corazón del hombre).
Por su notable constitución en compuestos polifenólicos (taninos, antocianos, fitoalexinas, flavonoides), el vino es un alimento funcional antioxidante. Esta actividad saludable es mayor en vinos tintos de alta gama, criados en barricas de roble. Una copa de vino bebida con las comidas posee 5 veces más poder antioxidante que un vaso de jugo de naranja.
La actual investigación medica de países desarrollados, asegura que una a dos copas por comida alargan la vida, o por lo menos la hacen mas sana y feliz. El alcoholismo no se esconde en las primeras copas de una buena alimentación.
Previene el envejecimiento prematuro de células de la memoria. La increíble memoria de nuestros abuelos, permitió narrar la historia de los pueblos y sus ilustres habitantes durante la primera mitad del siglo XX, sin computadoras. El vino y un poco de agua eran las únicas bebidas de su mesa.
Los vinos blancos, con prolongada crianza sobre las lías de levaduras (crianza sur líe) como los espumosos clásicos y los solemnes chardonnay criados en barricas, poseen una armónica composición de aminoácidos esenciales que tonifican el torrente circulatorio, aun mejor que la leche de vaca. De allí el antiguo adagio «El buen vino es leche de los ancianos».
Esta noble bebida natural, compuesta por ácidos orgánicos parcialmente salificados: tartárico, málico, láctico, succínico, posee notables propiedades anticetógenas, para eliminar los ácidos úricos de la sangre proveniente de la digestión y asimilación incompleta de las carnes. De aquí, el matrimonio perfecto del vino con la comida y mucho más notable, el vino rojo, de cuerpo, estructura y tanino, para las carnes rojas.
Es importante además, conocer las virtudes saludables que posee la uva. Un alimento integral, «una pastilla natural antioxidante», que deberíamos consumir con mayor frecuencia, masticando e ingiriendo todo. El grano, piel, pulpa y semilla, para el máximo aprovechamiento de sus componentes benéficos a la salud. Entre 150 y 200 gramos de uva diarios aseguran un aporte antioxidante que nos protege de los embates de stress y los desordenes alimentarios de la vida actual.
Su ceremonia previa de servicio y su copa apropiada abren el espíritu, los sentidos, activa la saliva y los jugos gástricos para una digestión efectiva de los alimentos cotidianos. Lleva la cordialidad y la templanza a la mesa.
«El exceso de vino acorta la vida pero un día sin vino es eterno»
Al momento del brindis, desear salud con el vino, renueva la ancestral costumbre de esta bebida natural, sana y curativa. Era el remedio secreto de reyes, príncipes, emperadores, zares, obispos y monjes en la Europa Medieval, para una mejor digestión de los manjares de la época.
Habitualidad, moderación y consumo inteligente de vinos son la clave de una vida sana y alegre de los pueblos fuertes del mediterráneo.
Vivir con pasión, pero beber con inteligencia.